Decía Ray Bradbury, autor de Crónicas Marcianas, que "Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos". En esta sección no estamos tan de acuerdo...
El vestido rojo de Robert Alexis, es, bajo mi humilde opinión, uno de los libros más ridículos que he leído nunca. Cuando veo que listas como "Los peores libros del siglo XX", suelen encabezarla títulos como "Crepúsculo", "Cincuenta Sombras de Grey", "El Código Da Vinci" y similares pienso: ¿Que esperabais cuando lo leísteis? (Por otra parte, apuesto a que muchos no los han leído, pero ese es otro tema). Son libros que, con mas o menos acierto, cumplen la función de entretener. Y en virtud de sus ventas, parece que lo hacen. Por supuesto no diré que son joyas literarias, porque no lo son, pero consiguen que un gran sector de la población lea y en los tiempos que corren, tiene cierto mérito.
Pero a lo que vamos, la contraportada de "El vestido Rojo" versa lo siguiente:
"En un tiempo indeterminado, que podría situarse en los albores del siglo pasado, y en una ciudad sin nombre, que por las trazas pertenecería al imperio austrohúngaro, un joven oficial de la alta nobleza busca distraerse del tedio de la vida militar, a la espera de que su regimiento reciba órdenes de participar en una guerra insidiosa que se resiste a estallar. Un día, uno de sus soldados, un mujeriego inveterado, le presenta a una enigmática mujer italiana, una amante de una rara habilidad, capaz de seducir al libertino más consumado. Guiado por un impulso irrefrenable, el oficial emprende entonces un camino de descubrimiento que jamás habría imaginado. Como un fantasmagórico objeto de deseo, un delicado vestido rojo expuesto en un escaparate polvoriento encarnará la pasión amorosa con todos sus excesos, y el trágico antagonismo de la guerra hallará su eco en las turbulentas aflicciones del alma. El vestido rojo es una novela tan breve como hipnótica, un relato filosófico envuelto en un cautivante halo de misterio, una joya literaria con destellos de Schnitzler o Maupassant. Su prosa limpia y sencilla concita desde la primera página la complicidad del lector, que se dejará conducir en compañía del protagonista por los sombríos y turbadores laberintos de la pasión humana."
En lo único que estoy de acuerdo con el crítico es en que es breve. A Dios gracias. Hipnótica no se si será, sopor produce... Quien sabe, quizás lo decía por eso.
Si a pesar de esta introducción, o precisamente por ella, quieres leerlo (Why God, why?), para aquí, por que voy a destriparlo sin miramientos.
La trama es la siguiente, el protagonista es un teniente de una ciudad indeterminada -ni en esto es claro el autor
- que un buen día conoce a una mujer que le vuelve loco y con la que se dedica a tener relaciones sexuales en cualquier sitio. El militar - que es terriblemente pesado - acaba siguiéndola hasta su casa, y se la encuentra en medio de una orgía... con su padre. Y lo típico, una cosa lleva a la otra, y al final el padre se acuesta con el teniente - en serio, no es broma.
Pero aquí no acaban los despropósitos del teniente, no, porque después de que desaparezcan sus amantes padre-hija, pasa por delante de un escaparate que contiene un maravilloso vestido rojo y zas! -debía de ser por lo menos un Valentino- porque se compra el vestido y se hace travesti.
El teniente, con semejante crisis de identidad, se mete en problemas y el padre acaba salvandole y diciendole que él y su grupo de amigotes del Instituto Sexual le van a sacar de esa "cárcel" hormonandole y que va a ser una mujer con todas las de la ley. El señor, feliz cual regaliz, lleva una vida de ama de casa al lado del padre, hasta que vuelve a ver a la hija, lo que le provoca de nuevo otra crisis de identidad. Para solucionarlo, el padre mata a la hija. El teniente deja de hormonarse y vuelve horrorizado al ejercito.
No hay mas preguntas señoría.